jueves, 11 de julio de 2013

El silencio de los hombres



El género masculino tiene una serie de particularidades muy significativas que el otro género (el mío), a veces no sabe descifrar. 

Hoy queridos lectores de todo el mundo, del espacio cybernáutico, cosmológico e internacional, voy a hablar de un tema de rabiosa actualidad: el silencio de los hombres.

Bien. Empecemos por describir los hechos del acto en sí.
El silencio de los hombres acontece en situaciones específicas climáticas de especial calor atmosférico-corporal: cuando el terreno está caldeadito vamos. Una vez dichas condiciones están bien instaladas, generalmente existe un pequeño detalle completamente práctico y aparentemente sin importancia, que acontece. Dicho detalle, que en principio parece ser simple, resulta que requiere de una acción comunicativa para poderse resolver. Es ahí cuando aparece el acto: el silencio del hombre.

El silencio del hombre es una no respuesta. Un vacío. Un… pip-pip-pip-pip-piiiiiiiiiiiiip….
Una respuesta -positiva o negativa- forma parte de un acto comunicativo que se resuelve: si o no. Un silencio forma parte de un acto comunicativo que queda sin resolver (y luego se supone que somos nosotras las que no somos claras y las ambiguas… ). Es decir que se queda en el estómago, en la cabeza, en el hombro, el dedo meñique, o en la pelvis creando cáncer después.

La cuestión, es que siendo algo tan nocivo, aquí una presente no entiende por qué los hombres practican tanto esta actividad. Porque además es algo intrínseco de los hombres…
Yo prefiero que un tío me pegue una hostia en la cara que me haga un silencio.
Porque si me pega una hostia en la cara por lo menos se la puedo devolver! Pero así no hay manera...
Lo que me jode más del silencio de los tíos, es que conlleva una estrategia muy particular: pasado el debido tiempo (días, meses, años, depende de la situación), la comunicación se reanuda como si nada hubiera pasado, por supuesto sin mencionar absolutamente nada del hecho, y ala! todos tan contentos. Cuánta hipocresía…
A mi me parece perfecto el ‘aquí no ha pasado nada’ y hasta me voy a pegar unas risas de vuelta y todo, pero, cuidadito baby, que una cosa es perdonar y otra olvidar. Y el que olvida es tonto pues no quiere aprender. Porque si olvidásemos nuestra historia estaríamos perdidos, y el pueblo jamás se hubiera podido construir a sí mismo.

Yo es que soy guerrera ¿saben? Pero guerrera de verdad. A mi me dan un palo y me lío a diestro y siniestro a rozar el viento y a matar fantasmas como don Quijote en la mancha, hasta que logre un par de frutos para meterme a la boca y un par de animales bien simpáticos con los que chachear.
Soy una salvaje, que camina por la selva observando a la luna y escuchando al sol. Y cuando me hablan contesto, o rujo, o me cago en dios, pero algo digo, aunque sea stop.
El otro día hablaba de silencios y hoy hablo de gritos.
Si es que… quien me entienda que me compre, o que se calle para siempre jamás. Bueno, no, que se calle no, que me da mucha rabia…

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