domingo, 16 de mayo de 2010

driving my car

¿Qué puede haber más relajante que conducir por una ciudad primaveral con la calma de un domingo matinero? Dios, qué relajación y qué gozo.
Conducir un coche tiene unas propiedades muy interesantes y unos efectos en el cuerpo fascinantes (tan solo a veces por supuesto, ya que de lunes a viernes de 8 a 20h, olvídense de propiedades positivas de ningún tipo). Deslizarse lentamente, sentirse libre de una manera satisfactoria y reconfortante. Es algo maravilloso y una terapia meditativa que me encanta practicar de vez en cuando.
El tren tampoco me desagrada. Es uno de los lugares más creativos de la faz de la tierra. Creo que la mayoría de pensamientos fructíferos que he tenido a lo largo de mi vida, han sido gestados en un tren.
Y, bueno, luego la bicicleta (que es un invento que descubrí hace poco), también tiene su rollete la verdad. Te hace sentir bastante pleno.
Esto me lleva a pensar que quizás el hecho de desplazarse en si, de moverse, tiene unos efectos bastante placenteros en el cuerpo.
Quizás es por eso por lo que bailo, por lo que necesito estar en movimiento continuamente. Quizás también es por eso por lo que viajo y a la que dejo de hacerlo por un corto período de tiempo me empiezo a encontrar físicamente fatal, y mentalmente peor...
Curioso... muy curioso...

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