domingo, 29 de marzo de 2009

miércoles, 4 de marzo de 2009

medicina natutrópica


Estimados lectores, en el artículo de hoy vamos a tratar el tema de la medicina. Estén bien atentos porque con los consejos de hoy van a aprender muchas cosas sobre cómo remediar su salud.

¿Recuerdan ustedes cuando eran pequeños y estaban enfermos?

Se pasaban largas horas y días en la cama, con aquello de la fiebre. Su madre les traía unos zumitos y les obligaba a comer sin hambre. Luego venía el doctor a casa, y le recetaban aquello que decían que era muy fuerte y que les iba dejar a ustedes muy débiles: los antibióticos.

El antibiótico es bien conocido mundialmente como esa substancia química producida por un ser vivo o de un derivado sintético de éste que mata o impide el crecimiento de bacterias en nuestro organismo. Así pues, cuando estamos muy malitos tomamos antibióticos para ponernos buenos.

De esta manera es como se hacia cuando yo era más pequeña, y todavía así se sigue haciendo en su mayoría, aunque pienso que esa tendencia debería empezar a desaparecer. Y ahí querido lector/a, es donde se quiere centrar nuestro tema del día : la vuelta a la medicina natural y de andar por casa.



Iba yo el pasado viernes a trabajar y noté que tenía una pequeña molestia en la garganta. El fin de semana lo pasé en cama con la pequeña molestia que había incrementado un poco, y me estaba provocando incluso fiebre en el cuerpo.

Llegado el lunes con la mentalidad del hay que trabajar pase lo que pase en esta vida, me fui al teatro (porque da la casualidad que trabajo allí); y hice lo mismo el martes por la mañana. A mediodía, del martes, mi cuerpo decidió darme mi merecido por la no escucha, y empezó a mostrarme la bronquitis que había estado cultivando.

Mis compañeros de trabajo no paraban de decirme “vete a casa”, y cada vez que a mi me daba una crisis de tos profunda se alejaban de mí, hasta que decidieron no dirigirme la palabra más. Y es que las enfermedades siguen siendo una peste señores y señoras. Y no digan que no, porque a quién no se le pasa por la cabeza el comentario despótico de “este enfermo de mierda” cuando le tosen a uno en la cara en el metro. ¡Venga hombre! No se hagan los santos que es bien normal señores, que aquí nadie tiene la inmunidad permanente.



Bien. Así que el martes lo acepté: estoy enferma. Nunca es fácil aceptar estas cosas. Pero una vez aceptado el mal es hora de empezar a poner remedios así que me puse manos a la obra y inicié mi búsqueda: “Se busca gente para que me dé consejos caseros”.

Con esta alarma conseguí unos cuantos: té de manzanilla, jengibre, miel, limón; sopa de pollo, medicamento X, medicamento Y (todos naturales eso sí).

Total que me puse a comprar de todo y armé mi habitación en combate de guerra contra mis bacterias. Las había dejado avanzar demasiado y ahora ya estaban en posición de batalla, pero eso no me importaba…

Cogí la cacerola, la más grande. La llene de agua, metí dentro diez bolsas de manzanilla, limón y jengibre fresco. A hervir. Una vez las burbujas del hervor asomaban con su peligro ardiente, tomé la olla y me la llevé a mi habitación. Cogí una toalla, me la llevé a la cabeza e… inhalé.



Sí señores, y ahora no me vayan de listillos, porque yo escribo aquí “inhalé” y todos lo vemos como lo más normal del mundo, porque en esta vida ya no nos sorprende nada. A llegado pues el momento de la encuesta de la semana:



Pregunta número 1:

¿Ha inhalado usted alguna vez, poniendo su cara encima de una olla hirviendo con todo de hiervecitas y pijadas dentro?



a) No nunca

b) Sí, lo he hecho pero no lo confesaré nunca

c) Sí, metí mi cara ahí debajo de la toalla, mientras estaba de cuclillas en el suelo, e inhalé, inhalé e inhalé… y me gustó… sí me gustó. Y cuando al final de mi inhalación uno de mis compañeros de piso entró en la habitación para ver como me encontraba, saqué mi cara escondida y sonreí mientras las gotas de sudor del calor resbalaban por mis mejillas.

Muy bien. Entonces si su respuesta es c), qué casualidad le pasó lo mismo que a mí!!!

En fin… una grata experiencia.



A la noche me llamó mi madre por videoconferencia -alias skype-, porque las madres ya no llaman más a las puertas para ver qué tal están sus niños, y les compran regalitos porque están enfermitos… No. Cuando te haces mayor las madres te llaman por skype, y así se ahorran de paso ponerse malas ellas también, que ya se han pasado muchos años poniéndose malas por tus cochinas bacterias.

Así que mi mamina me dijo por tercera vez, como mínimo, que hiciera el favor de comprar tomillo, que era un buen antibiótico natural. Como ya me lo había dicho otras tantas veces y no le había hecho caso -como siempre-, y seguía enferma, me recordé a mi misma aquello de “escucha los consejos de tu madre que no va a haber quien te quiera más bien”.

Me pregunto cuándo es que se hace el curso ese para ser madre. La verdad es que tiene que ser la ostia, te enseñan un montón de cosas valiosas que no encuentras en ningún otro libro. A ver si el próximo semestre encuentro alguno baratito y me apunto.



Bueno el caso es que hoy me levanté decidida a hacerle caso a mi madre.

Así que me fui al doctor (que fue otro de los consejos que me dio) para que me mirara un poco. Y dicho y hecho. Así hizo, me miró un poco: saca la lengua, unas respiraciones en la espalda y ¡listo! ¡¡Manda huevos!!! Lo que yo te diga… porque uno no tiene ni puñetera idea que sino…

Bueno en fin, que el señor doctor, que era además naturópata, me manda unas cositas homeopáticas, y me da dos papelitos factor sorpresa. Me dice que uno es desagradable y el otro más placentero. Y luego me manda para casa con el intríngulis… Así que me pongo a leer los papelitos mágicos cuando llego a casa, y me doy cuenta que también están escritos en un lenguaje mágico, incomprensible para el ser humano de a pie (el alemán). Así que bueno, espero a que venga algún duende que me desvele los secretos allí revelados, y me entero que las recetas mágicas son las siguientes:

1) (la mala) Empapar una camiseta en agua y ponérsela. Luego cubrirse de dos camisetas más y meterse en la cama a conciliar el sueño durante media hora. La sensación es divertida, sobre todo teniendo en cuenta que yo duermo en una colchoneta inflable… así que bueno, con un poco de suerte uno se puede empezar a imaginar que está navegando por el mar y por eso tiene los huesos calados…

2) (la buena) Meterse en una bañera con un poquito de agua fría, luego poner agua caliente hasta que queme - literalmente- , y luego volver a poner agua fría hasta que congele- literalmente también-. Luego salga del agua sin secarse y métase en la cama a dormir.



La verdad es que no sé qué clase de entendimiento con respecto a lo que es algo desagradable o no tiene este doctor, pero a mi que me perdonen pero meterse en el agua fría con fiebre es una gran putada, y luego quemarse la piel y congelarla pues… también la verdad.

No sé, a veces creo que esto de la medicina natural tiene algo que ver con la psicomágia, porque a mi que no me digan pero eso de meterse en la cama con la camiseta mojada y todo el rollo, tiene que tener un factor psicológico importante porqué sino no lo entiendo. Para mi que el tio coge y se inventa recetillas para putear al personal: “ui!! Un papelito mágico para usted!! Qué suertudo!! Lea, lea… haga un mejunjillo de caca y orina del día y recubra las zonas infectadas por las bacterias… seguro que se van corriendo!!” venga no me jodas!!.

Fuera bromas, buscando buscando he encontrado un remedió casero para bajar la fiebre que se trata de coger una cebolla, partirla por la mitad, tirarla al suelo y pisarla con los pies durante una hora… no si es que por inventar…en fin.



Bueno el caso es que después de haberme quedado dormida con la camiseta mojada puesta, he decidido levantarme para comer algo. Así que después de mi caldito y con las fuerzas recuperadas, me he dispuesto a entrar en materia seria con el gran, el único: el tomillo.

Tres tratamientos en uno y solo una preparación. Tomillo bio, limón bio, sal marina y miel de Galicia. Todo con agua, a hervir. Después inhalaciones, gárgaras y finalmente té.

Pero no pasemos superficialmente sobre el tratamiento de las gárgaras.

Mi madre me las recomendó especialmente, y me describió el proceso que iba a tener con ellas. Eso sí, siempre que lo hagan con el rey tomillo, con la princesita manzanilla no funciona porque solamente es calmante, pero no echa a los malos fuera como el rey.

Así pues, mi mamá me describió como hay una serie de residuos tóxicos en la garganta, de un color marrón, que con las gárgaras son expulsados inmediatamente y sin posibles rechistes.

Yo estaba un poco frustrada con las gárgaras, porqué no decirlo. El día anterior con la manzanilla no había sacado nada, y mis compañeros de piso se reían de mí y de mis extravagancias (por lo visto en Alemania no se llevan las gárgaras).

Total que con el peso de mi frustración me dispuse a intentarlo de nuevo, esta vez con el rey.

Menuda sorpresa la mía, cuando en mi primera expulsión: zas!! Todo de cositas marrones empiezan a aparecer en la pica de la cocina. Qué ilusión dios mio!! Se me pasó la fiebre y todo!!

De verdad, ver como tu enemigo se va desintegrando poco a poco, como va saliendo de ti, es una sensación alucinante!! Qué feliz me sentí en esos momentos!!

Así que seguí expulsando, y expulsando hasta el aburrimiento, y satisfecha de mi batalla me retiré del campo.



Y con este triunfo acaba nuestro artículo de hoy queridos lectores, espero que con él se hayan convencido de que ya no necesitamos más el antibiótico que nos ofrecen nuestras farmacias, de las que uno ya no se puede fiar más. Espero que con este artículo su mente se haya refrescado y pueda compartir mediante sus cartas, sus propios remedios caseros heredados de sus abuelas, y de sus tataratatas. Juntos seguro que podremos luchar por una medicina mejor y más natural.

¡¡No dejen de enviar sus recetas por favor!!

Hasta la próxima edición.



Dra. wilky troc