El pasado viernes 13 de noviembre fue la gran
matanza aquí en Paris, aquí en occidente, debajo de esta casa en la que vivo
desde hace más de dos años, en este barrio que tanto amo, y en esta ciudad que tanto
simboliza en la historia de todos y todas, de aquellos que hemos nacido,
crecido o vivido en este llamado occidente.
Quieren que creamos que éste es el inicio de
una Tercera Guerra Mundial, y muchos, seguro, quieren ir a luchar esa batalla.
Yo no. Yo no siento que la guerra sea el foco primordial ahora, el foco ahora
es la creación: cómo vamos a crear esta nueva era, este nuevo mundo que nos
está chillando ya por salir desde el vientre de esa madre que ahora somos
todos.
Ya no hay marcha atrás, ya no hay más
preparación, somos lo que tenemos hoy y lo que nos falta lo encontraremos en el
camino; pero esto ya ha empezado, la nueva era ya está en marcha, ya tiene el
terreno preparado, y ahora tan solo tenemos, nosotros, los humanos de este
nuevo mundo, que empezar a trabajar en la dirección correcta.
Me siento perdida como los protagonistas del
libro que ha caído en mis manos en las últimas semanas “La respuesta del
ángel”; que, por supuesto, como buen libro, no llega nunca por casualidad a las
manos de uno, porque la casualidad, ya sabemos, no existe.
Ese libro se abre estos días hacia la mitad
de sus páginas, cuando los ángeles proclaman que ya no hay tiempo que perder,
que Lili, Gitta, József y Hanna tienen que actuar ya. Y ellos ni siquiera saben
por dónde empezar, y los ángeles les dicen que no tienen nada de qué
preocuparse, que si tienen fe y claro su objetivo, el orden del universo (ése
al que muchos llaman Dios) estará con ellos para ayudarles a preparar el resto
de los detalles.
Me siento como ellos con la misma sensación,
medio perdida y al mismo tiempo sabiendo que mi postura es firme, y que mi
grano para el cambio esta aquí preparado, en mis manos; porque yo, como el
resto de nosotros, formamos parte de este mundo, SOMOS este mundo, y cuando uno
ES, puede ser lo que uno quiera, y puede moldear y cambiar su ser tal y como se
lo proponga.
Parece que el estado islamista está marcando
sus pautas de guerra, sus ganas de confrontamiento, de que todo esto explote,
de que todo esto vaya a más, que el odio crezca, que el dolor se imponga, y
sobre todo, que el miedo corra por todas partes. Dos no se pelean si uno no
quiere.
Hace 70 años los protagonistas de mi libro
vivían en esa sociedad donde los nazis, recorriendo Europa, perseguían y
exterminaban a los judíos a su paso, creando pánico, y a una sociedad
atemorizada a su alrededor.
El pánico no es nuestro aliado ahora, ya que ésta
no es nuestra guerra, pues no queremos lucharla, pero éste sí que es nuestro
mundo, y sí queremos que éste sea mejor.
Nunca podremos cambiar que haya locos por el
mundo. Ni locos, ni listos, ni tontos, ni feos, ni guapos, ni blancos, morados,
o rojos o azules, o simpáticos, o fanáticos o escépticos. No podremos cambiar
el carácter de las personas, pero sí podemos cambiar el mundo en el que esas
personas viven, para que vivan mejor. Sí podemos crear un mundo más equitativo
y donde el hambre no reine en la mayoría de los pueblos, y así el odio no
crezca tampoco. Somos diferentes, pero todos somos humanos, todos necesitamos tener
un hogar, comer y sentirnos en seguridad. Todos. Y seguramente somos nosotros,
los que tenemos esas necesidades cubiertas por el momento, quienes debemos,
porque podemos, por lo menos todavía, tomar el tiempo para reflexionar, el
tiempo para ver cuál es el grano que nosotros vamos a plantar en este nuevo
mundo para que florezca y dé frutos, y así el mundo crezca de un modo
diferente.
Esa es nuestra labor ahora y la acción a emprender, y no la de tener
miedo.
El miedo está con la muerte, y ya forma parte
de nuestro pasado, así que imposible mirar atrás, porque si lo hacemos tan solo
encontraremos el horror de todos los errores que venimos cometiendo.
¿Hacia dónde queremos ir? ¿Qué tipo de futuro
queremos tener delante de nuestros ojos? ¿Nos atrevemos a soñar mejor? Atención no más o más alto,
sino mejor.
Si no soñamos mejor tan solo veremos muertos
en nuestras calles en el futuro, como ahora, muertos sin culpa, muertos que se preguntan
por qué.
Pero el por qué
ahora ya no es importante, ya que hace referencia al pasado. Lo importante es el
cómo, cómo vamos a cambiar todo esto.
No tengo ni idea de la logística que ese cómo conlleva, pero sí sé que la respuesta a ese cómo es: con AMOR.
Tan solo con amor se puede construir este
nuevo mundo que tanto necesitamos.
Con odio tan solo se crea la antítesis, la
muerte.
Así que preguntemos a nuestro corazón cuando dudemos en este nuevo camino, qué haría nuestro corazón, él
siempre nos dará la respuesta acertada.
No más muerte. Basta ya de guerras.
Pensemos más allá.
Cada uno, individualmente, y luego con la
fuerza de la mente colectiva; pensemos, y cultivemos ya los granos de nuestra
nueva creación.
Paris, domingo 15 de Noviembre 2015