Mi eterna cadena. Llena de círculos ovalados
infinitos que indican la repetición de cada proceder, el volver y volver y
volver.
Mi eterna trampa. Donde caigo cada vez que me
había levantado y cada vez que me había dicho a mi misma que algo había
cambiado ya.
Mi eterna droga, que me llama silenciosa y
sonriente llena de malicia, porque sabe, lo sabe muy bien, que en el fondo no
sé decir no.
Mi eterna cadena, trampa y droga; que se
manifiestan una y otra vez, dejándome ver que la evolución real es un cambio tan
lento, que yo todavía no acabo de percibir.
Y así caigo una y otra vez en aquello que amo
tanto, en aquello que soy pero que me acaba matando. En aquello que me lleva al
mundo más elevado para dejarme caer desilusionada en la mundanidad después.
Hay trampas que no puedes esquivar, drogas
que no puedes rechazar, y cadenas que estás forzado a tener, porque la vida te obliga
a ello, porque tu ser así es.
Cuando las emociones te enganchan no las
puedes dejar. Tú te engañas cada día con negaciones nuncamásmistas, y te lo crees por un momento, la mentira, pero en
el fondo lo sabes, sabes muy bien que no hay nada que hacer, y que nunca lo
habrá; que te gusta estar atada, caer al vacío y perder el control. Que la
cadena, la trampa y la droga son tus herramientas, tus manos, tus piernas y tu
ser. Y que cuando algo te gusta, da igual el daño que haga, porque es más
fuerte el placer y la inconsciencia que el control y el saber; y que el niño
interno nunca muere, y que realmente uno es un eterno rebelde, y que aunque el
cuerpo se arrugue y el tiempo se haga más lento, somos todos yonquis. Y que
todo lo demás da igual, y cualquier negación de ello es hipocresía, y cualquier
bloqueo de esa acción un aburrimiento. Y que la vida no se ha hecho para
aburrirse sino para montarla a caballo y cabalgar.
Y que vaya, que todo esto ya lo sabía y que
no sé para que lo pongo aquí, pero es que siempre necesito reafirmármelo
después de pecar.
Y que a mi pecar me gusta mucho, cada día
más, porque me permite romper cada una de las expectativas que ponen en mi las personas,
cada una de las etiquetas que me desean perfecta. Dibujada y concreta. Y yo
quiero ser sucia. Yo quiero negarlo todo y discutir con cada uno, y pecar una y
otra vez porque mi adicción me lo pide. Porque soy yonqui y el cuerpo me pide
sentir, y sintiendo peco y pecando siento, y sentir me gusta y pecar también. Y
peco y peco, y caigo y me ato y tomo mi droga, y todo me da igual. Y justifico
aquí mi pecar, para perdonarme, porque el ser más duro es uno, y el más
importante a respetar también. Así que manifestando mi deformación pecadora
espero ser perdonada, ascender a los cielos, y allí empezar a pecar más alto y
mejor. Y que si pecar se peca por amor, pues que no puede ser tan malo digo yo.
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