Dibujar espacios vacíos en la imaginación a veces
fue más interesante que vivirlos.
¿Por qué será eso?
Es extraño y a la vez certero que hay cosas que
sientan mejor cuando uno las imagina que cuando uno las vive.
Cosas que hacen vibrar más al cuerpo, sentirse
más pleno, sentirse mejor.
¿Será eso malo?
***
Antes pensaba que sí, pensaba que los sueños eran
placebos malignos que luego hacían que la realidad tomase un peso de decepción.
Pero la decepción tan solo aparece si pretendo
vivir mis sueños en la realidad, ¿pero qué ocurre cuando tan solo quiero
vivirlos en esa otra dimensión?
Quién dijo que los placebos son malos, cuando son
tan capaces de curar una enfermedad como una droga química real.
Nuestra cabeza y nuestra imaginación son las
encargadas de crear cada una de las sustancias químicas de nuestro cuerpo, pero
para hacerlo no necesitan de una realidad tangible, pueden valerse de un sueño.
De todos modos, ¿qué es la realidad o el sueño?
Durante toda mi vida llevo experimentando que
cada sueño que he tenido se ha acabado haciendo realidad.
Todo lo que vivo hoy es tan solo mi sueño de
ayer.
Así es y así seguirá siendo.
Lo que quiero decir con todo esto es que me estoy
dando cuenta que la vida me parece más bella cuando soy yo quien escribo el
final del cuento. Que a veces hay cosas que no vale la pena consumar, mas
dejarlas abiertas para que la imaginación se regocije a su antojo.
Esto es nuevo, pues antes siempre hubiera
defendido la acción a toda costa, y el suicidio si incluso éste hacía falta
para esa acción. Pero ahora me estoy dando cuenta que no.
Que hay cosas que no pasarán nunca ahora, pero
que sin embargo yo necesito vivir en este momento, y que para ello necesito
dejarme llevar por mi imaginación.
Que hay vidas y personas con las que me cruzaré
cada noche pese a que no sepan que soy yo quién las camina y quien las habla.
Y que todo eso me llena tanto a veces como me
llena la realidad cuando me trae las increíbles sorpresas que me trae de vez en
cuando, ésas que sabía que iban a llegar un día, más tarde, pero que claro ya
había olvidado porque fueron sueños del ayer y hoy ya estoy viviendo otra cosa
en esos sueños.
***
Cuando dejas de ver al mundo como una sociedad
organizada y lo abstraes para ver tan solo un espacio vacío, donde todo está
conectado, todo es posible, y todo fluye naturalmente como un río; la
imaginación empieza a volar. Los límites y las definiciones se desdibujan y
todo toma un color blanquecino, y el sol, que tampoco está definido, brilla por
todas partes.
Y en fin, ese mundo me gusta y me hace sentir
bien.
Es el mundo que luego se convierte en mi mundo,
así que habrá que cuidarlo ¿no?
Si no cuido mi imaginación, si no la trabajo, si no
la domino, y me vuelvo una especialista en ella, ¿cómo puedo luego pretender
tener una vida llena de colores, sabores y texturas?
Uno vive lo que es capaz de ver. Así que para ver
más allá, necesito explorar más allá.
Y el más allá tan solo está en nuestra cabeza y
en nuestra imaginación.
Hay que ejercitarlo pues.
Ejercitarlo sabiendo que es un ejercicio.
Sabiendo que tan solo estoy preparando el
terreno, ensayando, para luego poder dar la cara cuando la realidad llegue.
Lo bueno de los ensayos, en los sueños como en el
teatro, es que tienes el derecho a equivocarte, a probar sin buscar resultados,
a que todo sea un pasaje y una experimentación.
Lo bueno de ensayar mucho con esa consciencia
abierta, es que cuando llega el día de la actuación nada cambia para ti pues
has practicado tanto el estar que todo fluye y todo viene suavecito, incluso
los imprevistos.
En el teatro como en la vida, la actuación tan
solo es un pasaje más de todo el proceso creativo anteriormente trabajado.
Para el teatro y para la vida, la imaginación es
la única fuente que tenemos para elevar cualquier situación y sublimarla a algo
más.
Y la sublimación es la única manera de sentirse
inspirado.
Y la inspiración la única manera de seguir
respirando.