miércoles, 21 de octubre de 2015

la culpa


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Yo culpo, tú culpas, él culpa, nosotros culpamos, vosotros culpáis, ellos culpan.
Yo me culpo, tú te culpas, él se culpa, nosotros nos culpamos, vosotros os culpáis, ellos se culpan.
Yo te culpo, tú me culpas, él te culpa, nosotros la culpamos, vosotros nos culpáis y ellos los culpan.

Culpa, culpa y culpa.

De todas las culpas, la más nociva es la del reflexivo hacia uno mismo. Yo me culpo, tú te culpas, él se culpa, nosotros nos culpamos, vosotros os culpáis, ellos se culpan.
No nos damos cuenta del mal que nos hace esa culpa, que tenemos tan intrínsecamente pegada a nuestras venas y arterias que cuesta la vida poder sacar.

¿Sabíais que la culpa forma malformaciones en los fetos, cánceres en los niños y accidentes en los adultos?

Cuando me culpo de lo que hago, de lo que dejo de hacer, de lo que soy, de lo que no estoy siendo, o de lo que no estoy haciendo y lo que hago, lo que quiero hacer y lo que pienso, y lo que no pienso, y lo que no vivo, y lo que vivo también, y… y… y… ¿qué puedo pretender que me acontezca con toda esa culpa intoxicando cada una de mis acciones y de mis no acciones?
Tan solo puede provocar una cosa: una punición.

¿De dónde viene la culpa? Seguramente de la religión. ¿Y qué hacía la religión cuando alguien pecaba?: punición. Qué hacían nuestros padres: punición. Qué hacían nuestros maestros: punición. Qué hacemos nosotros a nuestros hijos: punición. Qué hacemos con nuestros sublevados: punición. Con nuestros amigos: punición. Con nuestros amantes: punición. Con nosotros mismos…: PUNICIÓN.

Y esta última sin duda es la más grabe de todas: la autopunición causada por la autoculpa.

A ver, no quiero ser categórica, si a uno le gusta la marcha, todo está bien, si uno se sabe masoquista no hay ningún problema, la punición se vuelve placer y todos tan contentos. Pero para ser masoquista hay que ser consciente de ello y hay que decirlo en alto y dejarse poner a cuatro patas con el ojete al aire, sino no vale.  Ahí acepto la culpa y la punición, porque se vuelven teatro, y el teatro es una representación, una sublimación de la vida, y pues okey, eso es un juego, y los juegos causan risa, y la risa es humor, y sin humor la vida sería una mierda. Pero culpa y punición con inconsciencia, no.

¡Ya basta de culpabilizarse por todo lo que hacemos!
El problema no es lo que hacemos, ¡el problema es la culpa que decidimos cargar por ello!

Si fumas, fuma con placer y vivirás toda tu vida. Si bebes, bebe con gusto y el sabor te hará crecer. Si jodes, jode bien, y tu cuerpo se llenará de dicha. Pero joder, beber y fumar con culpa no. No me jodas. Para eso, no hagas nada, pégate un tiro o métete en un monasterio y cava tu propia tumba en vida que será mejor que estar jodiéndote y jodiéndonos con tu culpa de mierda.

La culpa mata. Mata a los demás, pero sobre todo te mata a ti mismo, y no hablo tan solo desde un punto de vista psicológico, sino de pura física, de glóbulos rojos, blancos, de hígados, tumores y almorranas.

La culpa es moralista, y hace moralistas a todos aquellos que la padecen, y a todos aquellos que se auto-castigan después por ello.

La culpa crea enfermedades. Todas. La culpa es el mayor tóxico que hay.

Asumir cariño, esa es la clave, asume y sé lo que eres, sé lo que quieres ser o lo que puedes, pero asúmelo. Lo bueno y lo malo, lo que te gusta y lo que no, lo que quieres cambiar y lo que no te atreves porque tienes miedo. Asume tu coraje como debes asumir tus debilidades.
Y nunca nos libres del mal, pues éste también hay que asumirlo. Amen.