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Yo culpo, tú culpas, él
culpa, nosotros culpamos, vosotros culpáis, ellos culpan.
Yo me culpo, tú te
culpas, él se culpa, nosotros nos culpamos, vosotros os culpáis, ellos se
culpan.
Yo te culpo, tú me
culpas, él te culpa, nosotros la culpamos, vosotros nos culpáis y ellos los
culpan.
Culpa, culpa y culpa.
De todas las culpas, la
más nociva es la del reflexivo hacia uno mismo. Yo me culpo, tú te culpas, él
se culpa, nosotros nos culpamos, vosotros os culpáis, ellos se culpan.
No nos damos cuenta del
mal que nos hace esa culpa, que tenemos tan intrínsecamente pegada a nuestras
venas y arterias que cuesta la vida poder sacar.
¿Sabíais que la culpa
forma malformaciones en los fetos, cánceres en los niños y accidentes en los
adultos?
Cuando me culpo de lo
que hago, de lo que dejo de hacer, de lo que soy, de lo que no estoy siendo, o de
lo que no estoy haciendo y lo que hago, lo que quiero hacer y lo que pienso, y
lo que no pienso, y lo que no vivo, y lo que vivo también, y… y… y… ¿qué puedo
pretender que me acontezca con toda esa culpa intoxicando cada una de mis
acciones y de mis no acciones?
Tan solo puede provocar
una cosa: una punición.
¿De dónde viene la
culpa? Seguramente de la religión. ¿Y qué hacía la religión cuando alguien
pecaba?: punición. Qué hacían nuestros padres: punición. Qué hacían nuestros
maestros: punición. Qué hacemos nosotros a nuestros hijos: punición. Qué
hacemos con nuestros sublevados: punición. Con nuestros amigos: punición. Con
nuestros amantes: punición. Con nosotros mismos…: PUNICIÓN.
Y esta última sin duda
es la más grabe de todas: la autopunición causada por la autoculpa.
A ver, no quiero ser categórica,
si a uno le gusta la marcha, todo está bien, si uno se sabe masoquista no hay
ningún problema, la punición se vuelve placer y todos tan contentos. Pero para
ser masoquista hay que ser consciente de ello y hay que decirlo en alto y
dejarse poner a cuatro patas con el ojete al aire, sino no vale. Ahí acepto la culpa y la punición, porque se
vuelven teatro, y el teatro es una representación, una sublimación de la vida,
y pues okey, eso es un juego, y los juegos causan risa, y la risa es humor, y
sin humor la vida sería una mierda. Pero culpa y punición con inconsciencia,
no.
¡Ya basta de
culpabilizarse por todo lo que hacemos!
El problema no es lo que
hacemos, ¡el problema es la culpa que decidimos cargar por ello!
Si fumas, fuma con
placer y vivirás toda tu vida. Si bebes, bebe con gusto y el sabor te hará
crecer. Si jodes, jode bien, y tu cuerpo se llenará de dicha. Pero joder, beber
y fumar con culpa no. No me jodas. Para eso, no hagas nada, pégate un tiro o
métete en un monasterio y cava tu propia tumba en vida que será mejor que estar
jodiéndote y jodiéndonos con tu culpa de mierda.
La culpa mata. Mata a
los demás, pero sobre todo te mata a ti mismo, y no hablo tan solo desde un
punto de vista psicológico, sino de pura física, de glóbulos rojos, blancos, de
hígados, tumores y almorranas.
La culpa es moralista, y
hace moralistas a todos aquellos que la padecen, y a todos aquellos que se
auto-castigan después por ello.
La culpa crea
enfermedades. Todas. La culpa es el mayor tóxico que hay.
Asumir cariño, esa es la
clave, asume y sé lo que eres, sé lo que quieres ser o lo que puedes, pero
asúmelo. Lo bueno y lo malo, lo que te gusta y lo que no, lo que quieres
cambiar y lo que no te atreves porque tienes miedo. Asume tu coraje como debes
asumir tus debilidades.
Y nunca nos libres del
mal, pues éste también hay que asumirlo. Amen.
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