Los humanos, que no somos nada más que una
combinación de oxigeno, carbono, nitrógeno e hidrógeno, los componentes
químicos de toda forma vida, a veces nos sorprendemos de según que reacciones
que nos acontecen, y creemos que son mágicas e incomprensibles, cuando en
realidad son pura ciencia, ciencia de la química, y de los principios básicos
que la componen.
La observación sigue siendo la mejor de las
escuelas. Sigue sin tener título, y sin estar reconocida por la ley, porque de
hecho si lo tuviera, les quitaría el trabajo a todos los demás oficios.
Observando pues, un día descubrí que la mejor
droga era la piel. Si la llamo droga es porque así se llaman las adicciones, y
pues esas “cosas” que el cuerpo nos demanda como una necesidad física y
química, como si sin ésta uno no pudiera vivir.
La mejor droga siempre fue la piel. La piel
de dos amantes que empiezan a entrelazar sus cuerpos, a conocer sus aromas
mutuos, a descubrir el placer de la fusión. Fusionarse como cuando la heroína
se fusiona en la sangre, recorriéndola toda, irrigando cada pequeño conducto de
ser. Así es la fusión de la piel. Así su efecto transcendente en la mente. Como
la mejor de todas las anfetaminas, más creativa en su efecto que cualquier champiñón
o tripi, más perspicaz que cualquier cocaína, más embriagadora que el puro
alcohol y más relajante que cualquier marihuana.
Así es la piel de genuina. La mejor de todas
las drogas conocida. La menos nociva y las más completa de todas, la más
sencilla de adquirir y de consumir, la más fácil de compartir, la menos
costosa, y la más divertida también.
Así es la piel. La droga por excelencia que
todos llevamos siempre encima.
Y pensar que hay gente que se olvida que
tiene piel… pensar que hay gente que destroza sus vidas y la de los otros con
otras drogas mucho más mediocres, sabiendo que la más fuerte de todas, la que
me va a conectarte más con el cielo mientras te ancla más en la tierra, la
tenemos aquí, justo aquí.
Supongo que esa es la diferencia entre todas
las demás drogas y la piel. La falta de conexión con lo terrenal. Las drogas te
desconectan de la materia, que no está mal como experiencia; pero
desconectándote de ésta la destruyen, porque, ¿para qué necesitamos materia si
estamos viviendo en los cielos, en lo inmaterial? Y pues, claro, cuando a veces
uno se da cuenta que está desapareciendo como ser humano físico, como ser
humano social, conectado al mundo material que le rodea, pues, a veces es justo
demasiado tarde, o simplemente el mirar atrás y ver como todo se ha ido
pudriendo (pues la materia cuando no esta habitada de pudre, como lo hacen los
cadáveres), pues a veces deprime un poco.
Qué pena tener que perder la oportunidad de
vivir la experiencia de la materia que nos ofrece esta vida. Pues tal cual
somos hoy, no seremos nunca más una vez desaparezcamos.
El otro día escuché una frase muy interesante
de una mujer que había matado a una persona. Ella decía que la gente piensa que
matar a alguien es muy difícil, y ella decía que no, que es lo más sencillo del
mundo, y que precisamente ese era el problema. Si nadie nos enseña a valorar lo
que tenemos no podremos apreciar jamás lo fácil que es perderlo.
Queridos todos, amen ustedes más a sus
cuerpos. Hagan más el amor, con amor, no por sexo, no por consumir. Paren de
consumir mierda, desde las drogas, hasta las emociones, pasando por la comida,
los intereses y las relaciones.
Crean en la piel, dróguense de piel. En
exceso. A más no poder. Hasta que revienten de placer.
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