Hola Freddy,
Tenemos que hablar… no sé cómo decirte esto… No es la
primera vez que sale el tema, y pensé que la última vez que hablamos llegamos a
un acuerdo, pero parece que todavía no te ha quedado del todo claro…
Freddy, tío, tienes que dejar de asustarme.
Sabes que te quiero y aprecio tu estilo, eres sexy y me
pones cachonda lo sabes, pero esto no puede continuar así. Llevas años
acorralándome, encerrándome en habitaciones oscuras, en altillos y trasteros, y
cantándome la puta canción “ 1, 2 Freddy
viene a por ti. 3, 4 cierra la puerta. 5, 6 coge un crucifijo. 7, 8 mantente
despierta. 9, 10 nunca más dormirás”.
¡Freddy, ya no puedo más tío! Tengo 33 años y sigues
cantándome la misma vaina, noche tras noche coño…
Esta vez va en serio: me tienes harta. Como Cristo a sus 33
años voy a coger al final el puto crucifijo -que nunca lo he tenido antes a
mano, porque me daba cosa cortarte el rollo, pero ahora ya está tío, se acabó-, me toca resucitar. Cojo el
crucifijo y a tomar por culo, te lo clavo en el corazón, en los cojones o donde
me pille antes, que ya estoy harta de tanta tontería.
Freddy coño, ¿es que no te das cuenta que todo tiene un
limite? A mi también me gusta jugar pero esto ya es abusar. ¿Es que no te das
cuentas de las consecuencias de tu putito “hit” de canción? Llevo toda mi vida
escondiéndome Freddy, desde pequeña. Toda la vida encerrada en mis propios
altillos imaginarios, con una tensión interna de la hostia, pensado todo el
rato que estás ahí, y que vas a aparecer. Y si todavía fuera verdad y
aparecieras y echásemos un polvo o algo, pues yo que sé, guay, pero es que ni
eso!
Y mientras tanto la puta canción va sonando en mi
inconsciente “1,2…” y así ando todo el día, corriendo con el 1, 2 en mi cabeza,
contando los segundos que me quedan antes de encontrarte. Y me ha cogido tanta
tensión y tanta angustia que hasta se me ha olvidado qué es lo que pasa si me
encuentras. Y por si acaso, mientras, yo me he dicho que debe ser algo malo; y
de tanta paranoia no paro de maltratarme a mi misma; como si fuera tu
propia sirvienta, la que ejecuta los deseos del señor. No, si tonto no eres Freddy, desde luego. Tú te inventas una mierda de canción y los demás se tienen que currar el resto. ¡Venga ya! Yo ya estoy harta de
hacerte el trabajo duro Freddy. Si tienes dos cojones, ven ahora y a ver qué
pasa, porque tanta expectativa me tiene ya aburrida.
Freddy, lo siento pero tu canción no la vuelvo a pasar por mi
disco, búscate otra victima si quieres, se acabó lo nuestro. Ya no te tengo
miedo Freddy.
Y si se te ocurre volver a pasar por casa, procura tener
la polla bien dura, porque sería lo único que podría salvarte el error.
Que te vaya todo bien.
Tú ex-sacrificada